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- Educar sin perder los nervios - Tania García - 5/10
- Últimos días en Berlín - Paloma Sánchez-Garnica - 9/10
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- Las herederas de la Singer - Ana Lena Rivera - 8/10
- La Danza de los tulipanes - Ibon Martín - 8/10
Creo que con la nota que he puesto ya os digo todo.
Mientras, el tiempo que pasa tan
rápidamente, los pollitos iban cambiando su pelusita por plumitas y se hacían
mayores muy deprisa, tanto que Betty ya ni se preocupaba de ellos y a Pivot
tuvieron que ponerle en una caja bastante grande para que no brincara y se saliera de ella.
Pivot veía todos los días a su mamá
y esta se sentía muy orgullosa de él, hablaban entre ellos a su modo, pues
todos los animalitos se entienden entre sí y pasaban ratos muy agradables
juntos en el corral.
Un buen día estaba la abuela con la
mamá de Raquel hablando, mientras está jugaba con Pivot y decía que Betty ya
estaba muy vieja y debían matarla para hacerla en pepitoria, pues si la dejaban
más tiempo iba a estar muy dura y solo la podrían aprovechar para el cocido.
Raquel al oír esto se quedo perpleja y dijo que no estarían hablando de su
Betty la mamá de Pivot, entonces la abuela la hizo comprender que el fin de los
animalitos del corral es la cazuela pues para eso se crían no para que se
mueran de viejos y que por eso no era bueno encariñarse con ninguno, además ya
se habían comido a Hércules en una paella y no había pasado nada, incluso a
ella le había gustado mucho lo rica que estaba.
La niña lo comprendía, pero Betty
era muy especial y además era la mamá de Pivot, el cual parecía entender la
conversación y estiraba el cuello todo lo que podía para no perder palabra.
Pasaron unos días y aprovechando
que Raquel estaba en casa de una amiguita la abuela decidió terminar con Betty,
pues si la niña no lo veía sería mejor para todos. Pivot andaba de un lado para
otro y cuando la vio dirigirse al corral con un cuchillo de cocina en la mano
corrió delante de ella y al abrir la puerta se interpuso entre la abuela y
Betty, lanzando picotazos a la abuela e intentando defender a su mamá lo mejor
que podía, en ese momento apareció Raquel
y llorando pidió a su abuela que perdonara la vida de Betty, pues ya veía
como Pivot la defendía, además podía ser muy útil teniendo más pollitos por lo
que la abuela hizo caso y la indultó.
Así Betty vivió muchos años más
junto a sus polluelos, pues incubo varias veces
y Pivot al hacerse mayor paso a vivir en el corral donde era visitado
todos los días por Raquel.
La abuela le advirtió que quedaban
tres por salir y le podía gustar otro, pero ella insistió en que no, que era
ese el que quería.
Preguntó Raquel que pasaba con los
otros huevos y la abuela dijo que podían salir a lo largo del día o quizás a
otro.
Raquel se adueño del pollito y le
llamó “Pivot” pues como era tan alto le recordó enseguida los jugadores de
baloncesto y se le llevó a casa de su abuela. No obstante no dejó de vigilar a
Betty hasta que dos días después nacieron los otros tres pollitos que faltaban,
a estos los tuvo que ayudar Betty a romper el cascaron pues estaban más débiles
y ellos sólitos no podían.
Betty los cuidaba amorosamente, los
llamaba con su cacareo y acudían detrás de ella por todo el corral, comiendo lo
que su mamá les señalaba, alguno de ellos estaba muy débil y la abuela les dio
una bolita de pimienta para que atiesaran más rápidamente. Si presentía algún
peligro abría sus alas y los pollitos se cobijaban bajo ellas para protegerse.
Raquel estaba encantada con esta
experiencia y se pasaba gran parte del día en el corral, pero ella tenia que
cuidar a Pivot, en cuanto llego a casa de su abuela le puso en una caja de zapatos y le dio leche con miga
de pan, su abuela se reía pues no era muy adecuado lo de la leche para un
pollo, la indicó que debía darle miguitas de pan, sin leche, granitos de arroz,
incluso triturados ahora al principio y granitos de trigo. Por la noche tapaba
la caja con su tapa donde había hecho unos agujeros para que Pivot pudiera
respirar.
Enseñó el pollito a sus amigas y a
todo el pueblo, pues cuando iba a la compra con su abuela o con su mamá se le
llevaba y todo el mundo conocía a Pivot.
Mientras, Betty paseaba por el
corral con sus pollitos detrás los cuales parecía que crecían más que Pivot.
Raquel un buen día no se le ocurrió,
para que Pivot estuviera guapo, más que
pintarle con acuarelas lunares verdes sobre su plumaje amarillo y llevarle para
que le viera Betty, está al verle tan raro le pego un picotazo y Raquel se le
llevó corriendo y le baño en un cubo de agua con un montón de espuma, el pobre
Pivot no ganaba para sustos con la niña, esta quería hacerlo tan bien que poco
más y le mata.
Su abuela le regaño y le dijo que
como se portara a sí con el pollito le devolvería al corral con Betty que
seguro le cuidaría mejor.
Desde ese día Raquel se tomó muy en
serio su cuidado y le trataba muy bien, incluso le llevaba a ratos al corral
para que viera a su mamá. Betty lo agradecía e incluso parecía que charlaba con
Pivot, pues ella cacareaba y Pivot piaba, daba gusto verlos juntos.
Otro día para que le viera Betty
guapo le puso un lazito negro en el cuello que tenia de un muñeco. La verdad es
que estaba elegante y guapetón pensó Raquel al verle.
- Hasta el 2 de mayo en Alcalá de Henares
- Del 6 al 15 de mayo en Tres Cantos
- 7 y 8 de mayo en Boadilla del Monte
- 14 al 22 de mayo en Fuenlabrada
- 20 -21 y 22 en Alcobendas
- 27 de mayo al 12 de junio en LA FERIA DEL LIBRO DE MADRID.
Debido a mi mala salud no podré estar presente en ninguna de ellas, me daré un paseo por la de Fuenlabrada.
Espero que mis cuentos, así como mi novela, sigan teniendo la misma aceptación de siempre.
Un abrazo y gracias a todos.
-
¿Y Betty
se va a poner malita?
-
No, lo
que pasa es que para darlos el máximo de calor habrá días en que no se levante
ni para comer, ni beber, solo cuando lo necesite mucho.
-
Pues
podemos colocar comida y agua delante de ella para que no se mueva y pueda
comer.
-
Me parece
una idea estupenda.
Fueron al corral colocaron ocho
huevos y se salieron.
Betty fue de un lado para otro, pero terminó colocándose encima de los huevos.
Al
día siguiente Raquel coloco un recipiente con comida y otro con agua delante de
Betty para que no tuviera que moverse e incubara lo mejor posible los huevos y
marcó el primer día en el calendario.
Los días pasaban muy lentamente
para Raquel que estaba ansiosa por ver los pollitos, mientras tanto cuidaba lo
mejor que podía a Betty, aunque a veces se levantaba para picotear por el
corral y hacer sus necesidades, y marcaba los días en el calendario.
La niña hizo prometer a su abuela
que uno de los pollitos seria para ella.
Cuando llegó el día 20 Raquel no
salía del corral, observando todos los movimientos de Betty y esperando el gran
momento.
Por fin el día 21 Betty se puso
algo inquieta, se ahueco para un lado y los huevos empezaron a vibrar. Raquel
llamó a gritos a su abuela, la cual acudió rápidamente y le dijo que había
llegado el gran momento.
Los huevos vibraban porque los
pollitos intentaban con su pico romper el cascarón para poder salir, lo
consiguieron cinco, Raquel estaba muy nerviosa y tenía los ojos desorbitados,
era un espectáculo único, los cascarones a medio romper y los pollitos saliendo
a tropezones como si estuvieran adormilados, todos eran amarillos, con un
plumaje como pelusita, uno de los pollitos destacaba por su estatura,
sobresalía la cabeza por encima de todos, Raquel enseguida dijo ¡ese es mi
pollito!
En un corral grande y soleado, donde había gran cantidad de animales,
vivía una gallina de plumaje marrón que destacaba entre todas por su altivez y
gran porte al andar, se llamaba Betty.
El
nombre se lo había puesto Raquel que ponía nombres a todos los animalitos,
incluso a sus muñecos.
La niña iba todos los
días a casa de su abuela para ver a los animales del corral, los que más
admiraba era a Betty, la gallina y Hércules el conejo, al que tenia más miedo
era al gallo porque algunas veces la había picado.
Lo
que más le gustaba era coger los huevos en cuanto avisaban las gallinas con su
cacareo, además su abuela se los preparaba rellenos, en tortilla francesa,
española, fritos con patatas o al plato con guisantes y jamón. Si por Raquel
fuera los comería a diario, por lo que un día su abuela la dijo que tenían que
guardar los huevos para tener pollitos.
Raquel se quedó muy sorprendida y
no entendía que tenían que ver los huevos con los pollitos, entonces su abuela
le explico, lo mejor que pudo, que Betty estaba clueca, es decir andaba
tristona, alicaída y con ganas de ser mamá o no había observado que no andaba
tan tiesa, ni cacareaba con la fuerza de antes.
Raquel
dijo que sí, pero pensaba que estaba malita y se lo iba a decir, pero que
siguiera con la explicación pues seguía sin entender nada.
Bien,
dijo su abuela, ha llegado el momento de colocar varios huevos en un ponedero,
verás como Betty se pone encima de ellos para darlos calor hasta que nazcan los
pollitos.
-
¿Y cuándo
van a nacer? –preguntó Raquel-
-
Más o
menos en 21 días
-
¿Y como
se yo cuando pasan los 21 días? (Raquel era muy pequeña)
-
Lo que
podemos hacer para que lo sepas es marcar cada día en el calendario.