Sí, me duele la inmigración, me hace daño, me hace llorar, me pongo en el lugar de ellos y se me hace insoportable. Los considero hermanos, iguales, nadie debería ser ilegal. Todos tenemos derecho a una vida mejor y si no la tenemos es por culpa de los políticos de turno.
La inmigración me duele desde siempre, desde que existe, desde que tengo uso de razón, por eso saco del cajón de mis escritos un relato, cuento o como quieran llamarlo que escribí hace muchos años, pero que desgraciadamente sigue teniendo vigencia, que más quisiera yo que hubiera quedado obsoleto y no sirviera para nada. Para nada servirá, pero por lo menos sí para que conozcais mi forma de pensar y sentir.
Se títula "LA TIERRA PROMETIDA" como ya hace tiempo que lo escribí habla de emigrantes cuando en realidad son "inmigrantes" y de cosas quizás que no esten al día, pero no he querido quitarle ni una coma, lo pongo tal y como lo escribi en su día, siempre pienso que la primera intención es la que vale, no me gusta repasar mis escritos, bien o mal es mi forma de expresarme, aquí os dejo
LA TIERRA PROMETIDA
Madrid, capital de España, gran urbe donde se mueven más de tres millones de personas, ciudad moderna, abierta, cosmopolita.
Por sus calles circulan toda clase de personas altas, bajas, gordas, delgadas, guapas, feas, ricas, pobres, delincuentes, gente de bien, chinos, árabes, europeos, indios, africanos, etc.
Todos luchan por sobrevivir, por llevar una vida lo más digna posible, dejando a un lado religión, idioma, costumbres, todos luchan básicamente por comer, vestir y tener un techo donde cobijarse, el resto es algo adicional que a todos nos gusta, pero más de dos se conforman con lo estrictamente básico.
Mohamed es uno de los que se conformarían con tener lo “estrictamente básico”. Venido de una aldea de Marruecos, llegado en una patera, deambula por las calles desde hace ocho meses, no consigue trabajo, ni vivienda, ni vivir, ni nada.
En su aldea todos sueñan con España, la tierra prometida, la puerta de Europa, donde todos trabajan, comen, viven, ganan dinero que envían a sus familiares a sus lugares de origen y con ese sueño se lanzó a la aventura.
Dejó endeudada a toda su familia, pero no importaba porque el primo Rasid viene todos los años en vacaciones, desde Bruselas, en un coche con toda su familia y trae regalos, ropas y dinero para los suyos, yo también lo conseguiré dijo el día que se despidió de sus seres queridos.
Se embarco en una patera, junto con otras 47 personas de distinta procedencia, no conocía a nadie, venían hombres, mujeres embarazadas, niños, todos muy juntos, muy apretados, pero todos con unos sueños que llegaban a España antes que ellos, tenían frío, sed, hambre, habían estado varias horas antes de embarcar escondidos esperando que anocheciera y el patrón les hiciera una seña para aproximarse e iniciar el viaje. Todos tenían miedo, pero pensaban que a 14 kms. estaba su libertad, su vida.
Aissa soñaba con tener su hijo en España y de esa forma conseguiría los papeles, pues el niño seria español.
Hannan pensaba buscar rápidamente a sus primos, llevaba su dirección en un trozo de papel entre el sujetador, para evitar que se le perdiera o mojara, en cuanto los encontrara estaría salvada, la buscarían un buen empleo y rápidamente empezaría a mandar dinero a su madre enferma y para su padre, pues el único sueño de este es ahorrar para ir a la Meca, como todo buen árabe, y a pesar de todo la había dado 500 € para su viaje, se los iba a devolver multiplicados.
Otro pensaba en volver y aun no había pisado España, en cuanto ganara algunos miles de dirhams volvería y pondría un negocio familiar donde pudieran trabajar toda la familia, se casaría con una buena chica de su aldea y daría por zanjado su sueño, procuraría que sus descendientes no tuvieran que pasar por lo mismo que él.
Ya debían de estar por la mitad de camino, el frío era intenso, calaba hasta los huesos, iban todos callados, según el patrón era mejor así, para evitar patrulleras, aunque por la noche según los había dicho no actuaban, vivían demasiado bien en España como para arriesgarse en plena noche las fuerzas de seguridad.
Mohamed pensaba en su familia, en la cara de su madre cuando le beso, su padre cuando le bendijo y le dio un abrazo, sería el último pensaba, espantaba los malos pensamientos, pero no podía espantarlos tenia miedo, mucho miedo, si la patera naufragaba moriría ahogado pues no sabe nadar, sentía un fuerte dolor de espalda de aguantarse el frío, jamás pensó que pudiera hacer tanto frío, una mujer empezó a llorar a su lado, él la acaricio la mano para infundirla ánimos y la dijo que tranquila que ya llegaban, aunque no sabia si entendía su dialecto, todo estaba tremendamente oscuro.
De pronto vieron unas luces a lo lejos y el patrón lanzo un reniego, cambio el rumbo de la embarcación y se lanzo rápido, devorando rápidamente la distancia hacia la costa que decía estaba cerca, pero no pudo, las luces se acercaron, era una patrullera española con gran cantidad de guardias que les echaron el alto y empezaron ayudar a subir a todos, rápidamente los dieron mantas, leche caliente y unos dulces que todos devoraron con fruición, algunos tuvieron que ayudar a los otros a tomar la leche pues del frío solo tiritaban y no podían ni coger el vaso. Mohamed pensó, en su ignorancia, gracias que ya estamos a salvo, algunas mujeres empezaron a entonar cánticos.
Al llegar a tierra una se puso de parto, lanzaba unos gritos terribles, enseguida vino una ambulancia y se la llevo.
Aún recuerda como los llevaron a un local los dieron comida y cama, durmió calentito, pero muy nervioso, ahora no tenia nada claro como acabaría todo.
Al día siguiente se encontró con algunos compatriotas que llevaban allí varios días, pendientes de que los repatriaran, Mohamed se sintió enfermo, no era posible que todo acabara donde había empezado y hubiera perdido todos los ahorros de su familia solo por cruzar el estrecho, algunos lloraban desolados, todos tenían alguna historia que contar, pero Mohamed no paraba de pensar, su cabeza daba vueltas y más vueltas, le iba a estallar, tenia que buscar alguna solución, parecía que nadie los vigilaba, salio fuera a un patio donde la gente entraba y salía y la puerta estaba abierta, no lo pensó, salio lentamente y cuando se creyó a salvo empezó a correr campo a través, se escondió entre unos matorrales y allí pasó parte del día pensando, no sabia en que, ni cual era la solución, pero pensaba, pensaba y pensaba, cuando anocheció fue a la ciudad, deambulo de un lado para otro con más miedo que en la patera por si alguien le echaba el alto, no se sentía seguro, vio varios camiones aparcados en una gasolinera, uno de ellos estaba tapado con lonas, pero se podía meter dentro, no lo pensó dos veces, de un brinco se introdujo, estaba lleno de sacos muy duros, no sabia lo que era, se acomodó como pudo y espero que se pusiera en marcha, el viaje fue largo, toda la noche, de vez en cuando se asomaba por la lona y veía solo campo, dio alguna cabezada, volvió a parar, se asomó vio luces y un bar, Mohamed tenia mucho hambre, pero no se atrevió a moverse, de nuevo se puso en marcha y una de las veces que se asomo y vio casas a ambos lados de la carretera y al fondo una gran ciudad en la primera parada que hizo (semáforo) se bajo procurando que no le viera nadie.
Andó hasta introducirse en la gran ciudad, no sabia donde estaba, era una ciudad enorme nada que ver con su pequeña aldea, estaba llena de tiendas y comercios, todo le extrañaba se sintió completamente solo y comprendió que no era nadie en esa ciudad.
Habían pasado ocho meses y no había conseguido nada.
¿Como conseguir comida, ropa y techo cuando se llega a un país desconocido, sin conocer el idioma y sin un euro en el bolsillo?
¿Cómo conseguirlo cuando llegas sin maleta y todos tus recuerdos solo están en tu cabeza?
¿Cómo conseguirlo cuando te piden una dirección y no la tienes?
¿Cómo conseguirlo sin papeles?
¿Cómo conseguirlo cuando estas en una gran urbe donde no importas a nadie?
¿Quién en esta situación no roba para comer cuando se esta muriendo de hambre?
¿Quién para dormir en plena calle no se procura unos cartones para protegerse del frió?, pero cuidado los cartones son gratis, esos los tiran cuando compran un televisor, un electrodoméstico o simplemente cuando les traen la compra en cajas de un gran almacén ¡que generosos son!
Que gran ironía que un ser humano sea “ilegal”
Que gran ironía que dos seres humanos de distinta raza no puedan amarse, crear una familia y ser felices.
Que gran ironía que los emigrantes, sean de la raza que sean, cultiven los campos para alimentar a los que son demasiado buenos para trabajar en ellos.
Que gran ironía que no quieran saber nada de mujeres emigrantes y después las busquen desesperadamente para que cuiden a sus mayores, sus hijos y su propio hogar por cuatro euros.
Que gran ironía que no les guste ver a niños emigrantes en colegios con sus hijos, pero no les importe que les suban la botella del butano o la compra del supermercado.
Mohamed se da cuenta de todo esto y de mucho más, el ser emigrante no significa ser tonto o no ver la realidad que le rodea.
Se pregunta en numerosas ocasiones ¿para que necesita un albañil “papeles” para hacer una casa?
¿Para que necesita un cocinero “papeles” para hacer una tortilla?
¿Para que necesita un mecánico “papeles” para arreglar un coche?
¿Por qué si todos somos seres humanos no somos todos iguales?
¿Por qué no se ofrece las mismas oportunidades a todos?
Todo esto ha producido en Mohamed el síndrome de “Ulises” se siente solo, desarraigado, sin familia, se cree un despojo humano, es fuerte, mejor dicho era, y no puede trabajar con sus manos, no siente el cariño de nadie, no tiene nada y una simple manzana que tenga como se descuide cualquier otro en su situación se la quita, pasa hambre, frío, necesidades, no tiene un hogar.
Desde su llegada a Madrid duerme en unas naves abandonadas con otros emigrantes, a tomado el pulso a la realidad que le espera en España, en esta bendita tierra prometida con la que tanto soñó, no ha podido comunicarse con su familia, ni enviarles un solo euro, pero todo se arreglará se dice todos los días, ya va aprendiendo a decir algunas palabras en castellano, como trabajo, hambre, por favor, gracias, etc.
Ha pedido en ocasiones en la calle y ha recogido algo de dinero para comprarse un bocadillo y una botella de agua, algunos al verle pedir dicen “anda y que trabaje, es joven” que más quisiera él que trabajar.
Cuanto echa de manos a su familia, el cous-cous que tan amorosamente hace su madre o el tallin o la jarira calentita, cuanto daría por un buen plato de jarira.
A veces se va con los compañeros a grandes mercados a ver si pueden descargar algún camión por el dinero que los quieran dar. Otras veces se desplazan hasta la puerta de la estación de alguna población limítrofe pues suelen llegar furgonetas con propaganda para repartir por los buzones o los llevan a alguna huerta a trabajar todo el día por 20 €, si se quejan no los llevan más pues hay demasiados emigrantes dispuestos a ocupar su puesto, pero esos trabajos esporádicos no le proporcionan documentación ¿será siempre un ilegal? se pregunta, obtendré alguna vez trabajo diario.
Soy un ser humano con familia, con necesidades, con sueños, con ilusiones, con esperanzas de que “todo se arreglará”
“Todo se arreglara”, al llegar a la nave donde duerme, sus compañeros le dicen que no pueden seguir así, se iran en busca de campos de cultivo a pedir trabajo en pueblos más pequeños donde la vida sea más fácil, pues hablando todos los días con unos y otros se han enterado que en las zonas de cultivo dan vivienda con luz y agua y pueden ser “temporeros”, es decir trabajadores que van cambiando de zona según la temporada de recolección, hay en Andalucía la aceituna, en Ciudad Real la vendimia, en Huelva la fresa, en Valencia la naranja, en Almería grandes campos de invernaderos donde se cultiva de todo, dan gracias al cielo por esta información, es la única forma que ven de intentar empezar una nueva vida en “LA TIERRA PROMETIDA”.
