- ¡Hombre D. Paco,
usted por aquí! cuanto bueno –DOLORES-
-Sí, he venido a tomar
un poco el sol y el aire, hasta las cuatro que es la partida he decidido darme
un paseo.
- Eso está muy bien,
que mucho aconsejarlo a todo el mundo y usted precisamente que es el médico
nunca le vemos en el parque.
- Y cómo es que anda
tan sola.
- Hemos quedado aquí
porque es el cumpleaños de Martita, la hija de Ángela y nos va a invitar a un
café, la niña no, la madre.
- ¿La niña? Se refiere
a la única hija de Ángela, ya tiene por lo menos 23 años o más.
- Sí, hoy cumple 24,
pero para nosotras siempre será la niña.
- ¡Ah, muy bien! Ya
decía yo. Pues sabe una cosa, me voy a quedar para que también me invite a
mí, tengo ganas de saber de qué hablan ustedes todos los días, que las veo al
pasar tan entretenidas con la conversación.
- ¡Pues muy bien! La
que paga es Ángela, así que se lo dice a ella, ja, ja. Miré allí vienen.
- Buenas tardes,
saludan todas.
- En que buena compañía
te vemos –CARMEN-
- Sí, aquí estoy de palique
con D. Paco, por cierto Ángela se viene a tomar café. –DOLORES-
- Pues muy bien, a sí
somos más, pero que no nos diga si podemos tomarlo o no por eso de la tensión que no le vamos
hacer caso, además he encargado a Julia una tarta, un día es un día. –ANGELA-
- No, no, en eso no me
meto, hoy soy uno más, mañana la que vaya a consulta se lleva la bronca –D.
PACO-
- ¿Nos vamos ya?
- Falta Manuela
–DOLORES-
- Me ha dicho que luego
va derecha al bar, que como ahora tiene a su hija y familia en casa anda más
liada y llegará un poco más tarde –CARMEN -
Llegan al Bar, allí están como siempre echando la
partida, se sorprenden al ver a D. Paco
con las señoras y al enterarse se unen al grupo para tomar café todos juntos.
- ¿Cuantos años cumple
tu niña? – RAMÓN-
- Veinticuatro –ANGELA-
- ¡Pues hay que ver
cómo está la niña, así me las receta a mi D. Paco! –FERNANDO-
- Cuidadito, que yo ese
tipo de recetas no las hago, dejemos las cosas claras –Ríen todos-
- Y sin novio, yo a esa
edad me case –DOLORES-
- Eran otros tiempos,
ahora Marta es muy joven hasta para tener novio. –ANGELA-
- Eso lo dices tú que
eres su madre, no faltará quien le ronde –MANUELA-
- Yo la vi el otro día
con un negro, creo que iban a tu casa –DOLORES-
- Sí, es un buen amigo
de Marta, desde que llegó a España son amigos –ANGELA-
- Pues que tenga
cuidado que no son de fiar –MANUELA-
- Es su vida, yo en eso
no me meto, ni mi marido tampoco. –ANGELA-
- ¡Mamá! Ya estoy aquí,
venía corriendo para llegar a tiempo de que me cantarais el cumpleaños feliz y
tomar un poco de tarta –MARTA-
- Has comido ya, si no
que te prepare Julia algo, aunque sea un sanwis. –ANGELA-
- Sí, he tenido la
suerte de comer con Madu, es un encanto.
- ¿Quién es ese, el
negro del que estábamos hablando? –MANUELA-
- Supongo que sí,
porque solo tengo ese amigo negro, los demás son solo conocidos. MARTA-
- O sea que hay algo
–CARMEN-
- No, no, no saquemos
las cosas de quicio, es un buen amigo, pero como dirían ustedes ni siquiera con
derecho a roce. –MARTA-
- Ya, ya, por eso te vi
darle un beso cuando te despedías de él. –CARMEN.
- ¿Cómo se despide Vd.
de los amigos? –MARTA-
- Pues ahora cuando nos
vayamos lo verás, los digo hasta luego y ya está. –CARMEN.
- Ya, lo que pasa es
que usted, con todos los respetos, me saca veinte años como mínimo y las
costumbres cambian. Cuando he entrado, con el achaque del cumpleaños, me ha
besado todo el que estaba en el bar, usted cuando cumple años cuantos la besan.
–MARTA-
- A mi pocos, los más
allegados y sobra. –CARMEN-
- Pues ya tiene usted
la respuesta. –MARTA-
- Bueno, vamos al
grano, te vas a casar con él o no. –FERNANDO-
- Pues mira de momento
no y digo de momento porque nunca se puede decir de esta agua no beberé, pero sí
que es muy posible que este verano me vaya de vacaciones a su país, a conocer
gente nueva, costumbres, etc.
- ¡Ah! pues parece que no,
pero me quedo mucho más tranquilo, ya sabes desde que naciste no me he echado
nunca novia porque te estoy esperando para casarme contigo –RIE FERNANDO-
- No te preocupes, que
algún día nos casaremos, dice MARTA, mientras se arroja en sus brazos y le da
un gran beso fraternal.
- Lo ves, a Fernando le
puede besar y abrazar y al pobre Madu no, eso porqué, a ver que me lo explique
alguien –ANGELA-
- Solo faltaría que
todos fuéramos iguales – dice Fernando entre bromas y risas-
- Tu ten cuidado que
los emigrantes saben mucho y desde luego eso de irse con él a su país de
vacaciones es una locura en toda regla, vamos que yo no te dejaría si fuera tu
madre y sabes que en el barrio nos conocemos todos y te queremos desde que
naciste, que un mal consejo no te le vamos a dar en la vida. MANUELA-
- Ya lo sé, señora
Manuela, pero ahora que estamos juntos, les voy a contar dos historias, ya les
advierto que son dos, para después sacar conclusiones. –MARTA.
Madu, ha llegado a
España en patera, no tiene estudios, apenas sabe leer, ni escribir, pero eso
sí, es muy espabilado y trabaja aquí y
haya y nunca le falta un pedazo de pan que llevarse a la boca, yo le conocí en
la universidad haciendo pequeños trabajos a unos y otros, hicimos amistad, de
la buena de la que no hay nada por medio y me encanta su compañía, su
conversación y sí le he traído a mi casa a comer más de dos veces y ya he
advertido a mis padres que si sigue aquí para Navidad, cenará con nosotros, no
le voy a dejar solo en la calle. Él no entiende muy bien lo de la Navidad,
entre otras cosas porque es musulmán, pero yo si lo entiendo y la pasará con
nosotros.
Esta es su historia más
o menos, ahora conclusiones.
CONTINUARA...
CONTINUARA...
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