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jueves, 7 de marzo de 2013

PATIO DE VECINOS


- ¡Hombre D. Paco, usted por aquí! cuanto bueno –DOLORES-
-Sí, he venido a tomar un poco el sol y el aire, hasta las cuatro que es la partida he decidido darme un paseo.
- Eso está muy bien, que mucho aconsejarlo a todo el mundo y usted precisamente que es el médico nunca le vemos en el parque.
- Y cómo es que anda tan sola.
- Hemos quedado aquí porque es el cumpleaños de Martita, la hija de Ángela y nos va a invitar a un café, la niña no, la madre.
- ¿La niña? Se refiere a la única hija de Ángela, ya tiene por lo menos 23 años o más.
- Sí, hoy cumple 24, pero para nosotras siempre será la niña.
- ¡Ah, muy bien! Ya decía yo. Pues sabe una cosa,  me voy a quedar para que también me invite a mí, tengo ganas de saber de qué hablan ustedes todos los días, que las veo al pasar tan entretenidas con la conversación.
- ¡Pues muy bien! La que paga es Ángela, así que se lo dice a ella, ja, ja. Miré allí vienen.
- Buenas tardes, saludan todas.
- En que buena compañía te vemos –CARMEN-    
- Sí, aquí estoy de palique con D. Paco, por cierto Ángela se viene a tomar café. –DOLORES-   
- Pues muy bien, a sí somos más, pero que no nos diga si podemos tomarlo  o no por eso de la tensión que no le vamos hacer caso, además he encargado a Julia una tarta, un día es un día. –ANGELA-
- No, no, en eso no me meto, hoy soy uno más, mañana la que vaya a consulta se lleva la bronca –D. PACO-
- ¿Nos vamos ya?
- Falta Manuela –DOLORES-          
- Me ha dicho que luego va derecha al bar, que como ahora tiene a su hija y familia en casa anda más liada y llegará un poco más tarde –CARMEN - 
            Llegan al Bar, allí están como siempre echando la partida,  se sorprenden al ver a D. Paco con las señoras y al enterarse se unen al grupo para tomar café todos juntos.
- ¿Cuantos años cumple tu niña? – RAMÓN-
- Veinticuatro –ANGELA-
- ¡Pues hay que ver cómo está la niña, así me las receta a mi D. Paco! –FERNANDO-
- Cuidadito, que yo ese tipo de recetas no las hago, dejemos las cosas claras –Ríen todos-
- Y sin novio, yo a esa edad me case –DOLORES-
- Eran otros tiempos, ahora Marta es muy joven hasta para tener novio. –ANGELA-
- Eso lo dices tú que eres su madre, no faltará quien le ronde –MANUELA-
- Yo la vi el otro día con un negro, creo que iban a tu casa –DOLORES- 
- Sí, es un buen amigo de Marta, desde que llegó a España son amigos –ANGELA-
- Pues que tenga cuidado que no son de fiar –MANUELA-
- Es su vida, yo en eso no me meto, ni mi marido tampoco. –ANGELA-

- ¡Mamá! Ya estoy aquí, venía corriendo para llegar a tiempo de que me cantarais el cumpleaños feliz y tomar un poco de tarta –MARTA-
- Has comido ya, si no que te prepare Julia algo, aunque sea un sanwis. –ANGELA-
- Sí, he tenido la suerte de comer con Madu, es un encanto.
- ¿Quién es ese, el negro del que estábamos hablando? –MANUELA-     
- Supongo que sí, porque solo tengo ese amigo negro, los demás son solo conocidos. MARTA-       
- O sea que hay algo –CARMEN-    
- No, no, no saquemos las cosas de quicio, es un buen amigo, pero como dirían ustedes ni siquiera con derecho a roce. –MARTA-
- Ya, ya, por eso te vi darle un beso cuando te despedías de él. –CARMEN.
- ¿Cómo se despide Vd. de los amigos? –MARTA-
- Pues ahora cuando nos vayamos lo verás, los digo hasta luego y ya está. –CARMEN.
- Ya, lo que pasa es que usted, con todos los respetos, me saca veinte años como mínimo y las costumbres cambian. Cuando he entrado, con el achaque del cumpleaños, me ha besado todo el que estaba en el bar, usted cuando cumple años cuantos la besan. –MARTA-     
- A mi pocos, los más allegados y sobra. –CARMEN-       
- Pues ya tiene usted la respuesta. –MARTA-
- Bueno, vamos al grano, te vas a casar con él o no. –FERNANDO-
- Pues mira de momento no y digo de momento porque nunca se puede decir de esta agua no beberé, pero sí que es muy posible que este verano me vaya de vacaciones a su país, a conocer gente nueva, costumbres, etc.
- ¡Ah! pues parece que no, pero me quedo mucho más tranquilo, ya sabes desde que naciste no me he echado nunca novia porque te estoy esperando para casarme contigo –RIE FERNANDO-
- No te preocupes, que algún día nos casaremos, dice MARTA, mientras se arroja en sus brazos y le da un gran beso fraternal.
- Lo ves, a Fernando le puede besar y abrazar y al pobre Madu no, eso porqué, a ver que me lo explique alguien –ANGELA-
- Solo faltaría que todos fuéramos iguales – dice Fernando entre bromas y risas-
- Tu ten cuidado que los emigrantes saben mucho y desde luego eso de irse con él a su país de vacaciones es una locura en toda regla, vamos que yo no te dejaría si fuera tu madre y sabes que en el barrio nos conocemos todos y te queremos desde que naciste, que un mal consejo no te le vamos a dar en la vida. MANUELA-
- Ya lo sé, señora Manuela, pero ahora que estamos juntos, les voy a contar dos historias, ya les advierto que son dos, para después sacar conclusiones. –MARTA.
Madu, ha llegado a España en patera, no tiene estudios, apenas sabe leer, ni escribir, pero eso sí, es  muy espabilado y trabaja aquí y haya y nunca le falta un pedazo de pan que llevarse a la boca, yo le conocí en la universidad haciendo pequeños trabajos a unos y otros, hicimos amistad, de la buena de la que no hay nada por medio y me encanta su compañía, su conversación y sí le he traído a mi casa a comer más de dos veces y ya he advertido a mis padres que si sigue aquí para Navidad, cenará con nosotros, no le voy a dejar solo en la calle. Él no entiende muy bien lo de la Navidad, entre otras cosas porque es musulmán, pero yo si lo entiendo y la pasará con nosotros.
Esta es su historia más o menos, ahora conclusiones.

CONTINUARA...

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