La abuela le advirtió que quedaban
tres por salir y le podía gustar otro, pero ella insistió en que no, que era
ese el que quería.
Preguntó Raquel que pasaba con los
otros huevos y la abuela dijo que podían salir a lo largo del día o quizás a
otro.
Raquel se adueño del pollito y le
llamó “Pivot” pues como era tan alto le recordó enseguida los jugadores de
baloncesto y se le llevó a casa de su abuela. No obstante no dejó de vigilar a
Betty hasta que dos días después nacieron los otros tres pollitos que faltaban,
a estos los tuvo que ayudar Betty a romper el cascaron pues estaban más débiles
y ellos sólitos no podían.
Betty los cuidaba amorosamente, los
llamaba con su cacareo y acudían detrás de ella por todo el corral, comiendo lo
que su mamá les señalaba, alguno de ellos estaba muy débil y la abuela les dio
una bolita de pimienta para que atiesaran más rápidamente. Si presentía algún
peligro abría sus alas y los pollitos se cobijaban bajo ellas para protegerse.
Raquel estaba encantada con esta
experiencia y se pasaba gran parte del día en el corral, pero ella tenia que
cuidar a Pivot, en cuanto llego a casa de su abuela le puso en una caja de zapatos y le dio leche con miga
de pan, su abuela se reía pues no era muy adecuado lo de la leche para un
pollo, la indicó que debía darle miguitas de pan, sin leche, granitos de arroz,
incluso triturados ahora al principio y granitos de trigo. Por la noche tapaba
la caja con su tapa donde había hecho unos agujeros para que Pivot pudiera
respirar.
Enseñó el pollito a sus amigas y a
todo el pueblo, pues cuando iba a la compra con su abuela o con su mamá se le
llevaba y todo el mundo conocía a Pivot.
Mientras, Betty paseaba por el
corral con sus pollitos detrás los cuales parecía que crecían más que Pivot.
Raquel un buen día no se le ocurrió,
para que Pivot estuviera guapo, más que
pintarle con acuarelas lunares verdes sobre su plumaje amarillo y llevarle para
que le viera Betty, está al verle tan raro le pego un picotazo y Raquel se le
llevó corriendo y le baño en un cubo de agua con un montón de espuma, el pobre
Pivot no ganaba para sustos con la niña, esta quería hacerlo tan bien que poco
más y le mata.
Su abuela le regaño y le dijo que
como se portara a sí con el pollito le devolvería al corral con Betty que
seguro le cuidaría mejor.
Desde ese día Raquel se tomó muy en
serio su cuidado y le trataba muy bien, incluso le llevaba a ratos al corral
para que viera a su mamá. Betty lo agradecía e incluso parecía que charlaba con
Pivot, pues ella cacareaba y Pivot piaba, daba gusto verlos juntos.
Otro día para que le viera Betty
guapo le puso un lazito negro en el cuello que tenia de un muñeco. La verdad es
que estaba elegante y guapetón pensó Raquel al verle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario