A la hora de cenar Mohamed estaba
muy nervioso, cansado y extrañado de ver tanta comida en la mesa y no conocía
ninguna de ellas por lo que no quiso cenar.
Elena, la mamá, le dio un vaso de
leche y le acompaño hasta su habitación señalándole su cama y abriéndola para
que se acostara, cuando lo hubo hecho le dio un beso y se fue.
Se reunió con su marido y sus dos
hijos y les echo a los niños una
sonora bronca, pues ya
les habían explicado de donde procedía Mohamed y su forma de vida, bastante
distinta a la nuestra y les hizo prometer que a partir del día siguiente le
ayudarían en todo y no habría más risas, a no ser de alegría o de juegos.
Se fueron todos a dormir, pero antes
fueron a ver si ya se había dormido Mohamed y le encontraron acurrucado
durmiendo en el suelo encima de la alfombra, le dejaron así pues la mamá penso
que estaba más cómodo que en la cama.
Los días sucesivos todo fue
estupendo, Mohamed era un chico muy espabilado que aprendía muy deprisa y se
adaptaba bien a su nueva familia.
Por la siesta se iba con Marcos y
Pablo a su habitación y hacían guerra de almohadas y lo pasaban muy bien, por
la noche dormía también en la habitación de los niños, ellos en sus camas y él
en la alfombra en el suelo, los niños le imitaron una noche y a la mañana siguiente
les dolían todos los huesos del cuerpo, en esta ocasión fue Mohamed quien se
río de ellos.
Le llevaron al Zoo, Parque de
Atracciones y un montón de sitios más, pero el más divertido fue la piscina, pues,
aunque Pablo y Marcos le cuidaban como a un verdadero hermano y se metieron
donde no cubría, Mohamed penso que no había ningún peligro y se dio una buena
aguadilla, le compraron un flotador y a ratos le cogían cada uno de una mano
para que nadara y así en pocos días aprendió, era lo que más le gustaba la
sensación de libertad en el agua.
Una mañana, los tres niños, fueron
con la mamá hacer la compra, al entrar en el hipermercado, que era enorme,
Mohamed se quedó boquiabierto nunca había visto nada igual, pregunto que si
todo eso era comida. La mamá empezó a echar al carro leche, dulces, frutas,
pescado, carne, latas y un sin fin más de cosas y preguntó que si se iban a
comer todo eso.
El resto del día, aunque por la
tarde fueron a la piscina, Mohamed estuvo triste.
Cuando llegaba el papá de trabajar
se reunían todos para contarle como había ido el día, como lo había pasado
Mohamed, mostrar los progresos que hacía con el idioma, etc., pero ese día el
niño hizo una pregunta tremendamente difícil de contestar, dijo:
-
Papá por que mi pueblo no
puede tener lo mismo que vosotros o por lo menos un poquito, vosotros tiráis el
agua (se refería cuando regaban las calles), tiráis comida (lo que iba a la
basura después de cada comida), tenéis dinero para pagarlo todo, la piscina,
museos, chucherías, comida, etc.
Yo quiero
mucho a mi familia, pero cuando vuelva y les cuente todo lo que he visto me van
a llamar loco y no lo van a creer.
Los papás y los niños se quedaron callados y muy pensativos, pues
no sabían que contestar.
Familia entrañable y como todos nosotros disfrutando del Consumismo, cosa que deberiamos plantearnos para vivir más racionalmente
ResponderEliminarAsí debería ser, si no fuéramos tan consumistas podríamos ayudar más a los demás, pero...
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